Trilogia de las tierras by Jordi Sierra i Fabra

Trilogia de las tierras by Jordi Sierra i Fabra

autor:Jordi Sierra i Fabra
La lengua: spa
Format: mobi
Tags: Ciencia Ficción
ISBN: 9788498412345
editor: Siruela
publicado: 2015-03-08T22:00:00+00:00


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E

l primero de los dos soles despuntaba tímidamente por occidente cuando Balhissay 1–15 se sentó a los mandos del flotador aeronáutico facilitado por Hansobardeh 1–9. Lo puso en funcionamiento y el sistema subsónico lo elevó sin hacer el menor ruido. Al aumentar la velocidad y la propulsión de ascensión, ganó altura situándose rápidamente por encima de las casas más altas de la zona. Frente a la suya, y rodeándola por los cuatro costados, vio la guardia perenne de los informadores, esperando que apareciera y realizase algunas declaraciones. Esta visión le produjo una extraña sensación.

—Nada es lo que parece —dijo.

Tardarían en darse cuenta de que vigilaban una casa vacía, y para entonces...

Dirigió el flotador a través de un espacio desprovisto de tráfico y con las vías de acceso señalizadas por pequeñas balizas de suspensión enteramente libres dada la temprana hora. La apertura de los viales aéreos no tardaría en producirse, y los pasillos marcados en el aire se llenarían de viajeros, aunque en mucho menor número que en tierra. Su presencia, sin embargo, no pasó desapercibida y al instante, por radio, escuchó la voz del controlador aéreo central de Ezebel.

—Vehículo en zona 5, sobre el distrito 37. Identifíquese, por favor.

—Dirigente Balhissay 1–15 —informó—. Misión especial, prioridad A.

Se encuadró en la pantalla y el suministrador de información pasó sus datos a la terminal del Control Aéreo Interior de Ezebel. El controlador dio su inmediata conformidad.

—Conforme.

Balhissay voló en dirección noreste. A medida que la cúpula superior alzada todavía a considerable distancia por encima de él descendió hacia el suelo, fue situando su flotador en niveles más bajos. De las altas edificaciones, la mayoría gubernamentales, elevadas en el centro de la gran capital, fue pasando a casas cada vez más bajas. Ezebel era un inmenso círculo levantado en mitad de una llanura rodeada de mar a lo lejos, salvo por el cuadrante noreste que se unía a la tierra rojiza del continente. Su cinturón vegetal, integrado por las extrañas y gigantescas flores de aquel mundo, moría junto a la cúpula. Ésta era de un material tan denso como ligero. Permitía el paso de los cuerpos en una dirección —en este caso el sentido era de dentro hacia fuera—, sin el más mínimo problema. En el sentido contrario sólo podía atravesarse por las puertas de acceso situadas a lo largo del perímetro, a cortos intervalos unas de otras. Cualquiera podía salir de Ezebel. Algo muy distinto era entrar.

Dejó la ciudad pasando la cúpula por encima del cinturón de vegetación, y mantuvo rumbo y altitud durante los siguientes cinco minutos. Cuando a lo lejos vio el primer cinturón de defensa, integrado por bloques impermeables que resistían al agua y se electrificaban para impedir que los seres humanos los cruzasen, aminoró la velocidad. Los bloques impermeables y electrificados eran la única defensa. Impermeables para resistir los ataques con agua. En cuanto a la electrificación..., no era más que disuasoria. Producía leves descargas, molestas, pero no mortales. Un Dirigente del Consejo planteó la posibilidad de elevar el voltaje hasta límites mortales, y la moción fue aprobada.



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